Desde que estamos confinados debido a la crisis sanitaría producida por la pandemia del COVID-19 se ha hablado de cómo está cambiando nuestro entorno. Para empezar se ha rebajado la contaminación atmosférica en las ciudades, muchas han perdido su característica «boina». También se han visto algunas incursiones de la fauna periurbana en la ciudad, todavía de forma anecdótica. Son cambios que, por ahora, son leves pero que muestran como en poco tiempo la naturaleza puede revertir las perturbaciones que hemos causado. Pero no hay que engañarse, esto no significa que este proceso de «renaturalización» sea rápido y en todo caso no significa que el medio ambiente pueda volver ya a una situación similar a la que había antes de que lo humanos produjeran los cambios tan drásticos que han producido.
Afortunadamente nuestro confinamiento no va ser eterno, en algún momento abandonaremos nuestras casas y seguiremos nuestras vidas. Esperemos que hayamos aprendido algo en este tiempo y logremos un mundo más justo y sostenible. Pero ahora queríamos hacer una «distopía», ahora que está de moda crear estos mundos paralelos imaginarios. Queremos plantear la hipótesis de que pasaría no sólo si no volviéremos a la calle, si no si directamente nos extinguiésemos. Plantear la evolución de «El mundo sin nosotros», no es una idea original nuestra, ya se planteó en forma de libro por Alan Weisman hace más de una década. Dado que ese libro ya está escrito (y bien escrito) nos planteamos un ejercicio similar pero a otra escala, centrarnos sólo en la ciudad de Granada (que es donde vivimos). Por otro lado, no tenemos el tiempo ni la posibilidad de consultar a tantos expertos como el amigo Alan. Pretendemos sólo hacer un ejercicio, un juego, en el que plantear hipótesis, de forma abierta. Nos gustaría que estas se enriquezcan de forma participativa (estamos deseando escuchar vuestras aportaciones en forma de cometarios en este artículo).
Lo primero es que aclaro que no voy a establecer un orden cronológico de sucesos.
- Destrucción del embovedado del Darro y el Beiro. Estos dos ríos los hemos embovedado y discurren por debajo de la ciudad. El Darro se empezó a embovedar hace siglos y en la actualidad desde Plaza Nueva hasta su unión con el Genil discurre por debajo del centro de Granada. Este embovedado ha «reventado» en varias ocasiones. El motivo es sencillo, nuestros ríos aunque pequeños y humildes sufren episodios periódicos en los que multiplican su caudal superando la capacidad del «tubo» por donde los metemos. Es algo que ha ocurrido y volverá ocurrir, no se sabe cuándo pero sucederá. El Darro y el Beiro sin nosotros sobre la tierra, volverán en algún momento a discurrir a cielo abierto por Granada. Actuales calles como «Reyes Católicos» o Ribera del Beiro» volverán a ser ríos que poco a poco tendrán su vegetación original. En unas décadas (o siglos) el tiempo no es lo importante para nuestra distopía, existirá una bosque de ribera atravesando la ciudad.
- La calles reverdean. El asfalto requiere mantenimiento, eso lo saben bien muchos granadinos que sufren los baches, pero en una ciudad abandonada esos baches serian grandes grietas que se colonizan poco a poco por vegetación. La vegetación de nuestros escasas zonas verdes saltarán los límites que les hemos impuesto y se expandirán. Esto será un proceso gradual en el que primero existirá una vegetación de plantas colonizadoras, como el jaramago, que irán creando suelo (los excrementos de paloma, las hojas de los árboles, el polvo depositado, las plantas anuales muertas, etc.). Poco a poco el asfalto y otros pavimentos artificiales se irán desdibujando por estas grietas y depósitos de suelo.
- Vegetación post-humana. Es posible que la vegetación de esta Granada post humana no sea la que había antes de la construcción de la ciudad. Uno de los motivos es la existencia de vegetación exótica invasora que los humanos hemos traído hasta Granada. Algunas de estas plantas tienen gran capacidad de colonizar y expandirse, lo que hará que al menos en una primera fase le ganen la partida al encinar autóctono que posiblemente fuera mayoritario en las colinas antes de construirse Granada. Entre ellos el alianto será una de las que más se expanda, hay algunas autóctona como la zarza que también tiene gran capacidad de colonizar.
- El alcantarillado, conducciones y colectores de agua. Existe debajo de Granada toda una red de conducción de agua, de saneamiento, de recolección de agua pluviales que sin mantenimiento se atascaría por las hojas y después se podría romper gracias a las heladas o la corrosión. En los últimos años hemos visto como es relativamente frecuente la existencia de una lluvias torrenciales en las que se inundan nuestras calles. Nuestro alcantarillado tienen grande lagunas (nunca mejor dicho) y en ocasiones adolece del mantenimiento suficiente. Sin humanos que hagan ese mantenimiento y con parte de la red inutilizada una buena gota fría inundaría bajos, parking etc. durante meses de agua y barro. Esto puede suponen un problema estructural para algunos edificios y sería el inicio para ir creando nuevas zonas de «colonización». Con la red de de conducciones de agua subterránea inutilizada es posible que se creen pequeños riachuelos temporales que discurrirán por nuestras calles.
- Metro-cueva. Tal vez nuestro nuevo metro se podría ir convirtiendo en una cueva que lo mismo tiene zonas permanentemente inundadas y zonas en los que haya colapsado el techo. El metro, por especular, tiene varias puntos críticos a primera vista, por ejemplo, cerca de la Plaza Albert Einstein de cruza con uno de los colectores de aguas más importantes de la ciudad, también tiene que atravesar el río Genil.
- La caída de las cubiertas, la destrucción empieza por el tejado. Los tejados también pueden colapsarse, todo hemos visto cortijos abandonados. Pueden tardar décadas sin problemas pero una vez que pierden su tejado el proceso de degradación se acelera. Tenemos un ejemplo en la Abadía de Jesus del Valle. Muchos cármenes del Albayzín o el Realejo perderán sus tejados, el edificio se derrumbará, aunque sea parcialmente y los jardines que los rodean se adentrarán en las diversas estancias.
- El río Genil vuelve a ser un río. Este río está encauzado, las compuertas que se construyeron terminarían destruidas, todo es cuestión de tiempo, y tiempo hemos dicho que nos sobra. Ese armazón de hormigón del encauzamiento se vería por un lado erosionado por crecidas y deteriorado por las heladas (el agua se infiltra y al expandirse cuando se congela es capaz de romper casi cualquier material). Esto permitiría la existencia de fisuras cada vez mayores en este hormigón que serían colonizadas por adelfas o sauces. En otras zonas se produciría acumulación de sedimentos donde se acumularían islas de vegetación cada vez de mayor porte. La necesaria renaturalización de este cauce se producirá simplemente por falta de mantenimiento y la combinación de erosión y sedimentación.
- Problemas aguas arriba. Un tema interesante sería saber qué pasaría si algunos de los embalses que existen agua arriba del río Genil colapsan o sufren algún problema (una vez más todo es cuestión de tiempo). Las infraestructuras humanas necesitan humanos que las mantengan. Como llegaría la riada a la ciudad si el Embalse de Canales o de Quéntar reventaran es algo que por ahora no logro imaginar. En fin, a buen seguro, poco a poco este río domesticado y humillado volverá a ser un río natural.
- Granada, tiembla. Esta es otra fuerza que hay que tener en cuenta en Granada, más tarde o temprano tendremos un gran terremoto. Aunque tenemos muchos (no todos) edificios preparados para los seísmos si previamente los edificios no han gozado de manteamiento su resistencia disminuye. Por otro lado hay que tener en cuenta que las inundaciones periódicas y otras agresiones pueden afectar a la capacidad de soportar terremotos de los edificios. Esto hace que muchos edificios terminen en el suelo, total o parcialmente abriéndose a la colonización de la naturaleza. En ocasiones no hará falta que se caiga el edificio, unas ventanas abiertas pueden facilitar la entrada de animales, agua, polvo, hojas, semillas, etc.
- Lo viejo aguanta. Nuestros edificios más resistentes a las distintas agresiones es posible que no sean los más nuevos. Los edificios como algunas iglesias, torres o palacios construidas con grandes bloques de piedra tal vez pierdan parcialmente las cubiertas pero sus grandes muros de carga permanecerán muchos siglos rodeados de vegetación. Si me la tengo que jugar con un tipo de edificio duradero me la juego con los baños árabes como el «Bañuelo» que ya lleva mil años en pie y con su gran estructura pétrea con grandes muros (que se pusieron para el aislamiento térmico) le queda muchos siglos más. Estos baños árabes históricos serán como cuevas en las que tal vez se puedan llegar a formar estalactitas y estalagmitas y acojan colonias de murciélagos.
- La nueva fauna urbana. Hay muchos animales que colonizarán nuestras calles y edificios. Lo primero sería pensar en la fauna que ya vive con nosotros como cucarachas, roedores o palomas, pero tal vez no sea tan fácil pues estos dependen de nuestros desechos y actividad humana. Aunque inicialmente sus poblaciones podrían crecer al final se estabilizarían. Los zorros y otra fauna oportunista y versátil sería otra apuesta segura. Hay animales como el halcón que seguramente volvería colonizando nuestros edificios abandonados. También hay que tener en cuenta temas como la pérdida total de nuestras palmeras debido al picudo rojo. Otra apuesta ganadora serían las cotorras al menos, en una primera fase. En cualquier caso aunque es difícil saber quiénes serían los habitantes de esta Granada «post-humana» seguro que será una combinación de fauna «pre-humana» con la combinación de otra fauna exótica que hemos Otro tema interesante sería pensar en nuestras mascotas, si perro y gatos controlarían parte de la ciudad.
- Los grandes incendios. Las masas forestales de pinares periurbanas de Granada en las Dehesas del Generalife o las partes altas del Sacromonte sufren periódicos incendios forestales. Muchos de esos incendios tienen causas humanas por lo que existirían menos incendios forestales pero también es cierto que la extinción de dichos incendios no lo harían los humanos. Esto desemboca en incendios forestales poco frecuentes, ya que sólo se causarían por causas naturales como un rayo, pero estos incendios serían más graves y descontrolados pudiendo afectar incluso a los barrios más periurbanos.
- El adiós de las cuevas. La casa cuevas creadas en el Sacromonte tienen una característica poco conocida, tienden a colapsar si no están habitadas. Necesitan una recirculación del aire para evitar una humedad excesiva. Las cuevas con el tiempo se vendrían abajo una tras otra despareciendo el rastro de nuestros barrios más trogloditas (Sacromonte, Barranco del Abogado, etc.)
Hasta aquí por ahora, este artículo esta deseando que hagáis vuestras aportaciones, estas las puedes hacer mandándonos un mail (info@lawebdeidea.org o dejando comentarios más abajo). Haremos revisiones y mejoras continuas a esta distopía.